El Racinguismo, una vez más, dio la cara.
El día siete de enero, tras las protestas en redes sociales – ya que inicialmente se había anunciado a puerta cerrada- se realizó un entrenamiento a puerta abierta donde acudimos en masa.
Aplausos, vítores, ánimos, y firmas mediante; muchos seguimos sin entender cual era inicialmente el problema en realizarlo a puerta abierta. Atrás quedaron esos tiempos donde el futbol era del pueblo e íbamos a ver cualquier entrenamiento.
Nota: Sigan “echando” a la gente y se les acabará arruinando el negocio. Pero ese es otro tema y trasciende a nuestro club, es general.
Un importante sector de la afición, silenciada – normalmente los mismo que a principios de temporada nos quedamos anonadados con la rueda de prensa que daría inicio al curso – decidimos aparcarlo todo y conjurarnos para, como siempre, dar lo máximo el sábado.
Nota dos: Uno es pasional para lo bueno y para lo malo. Normalmente al que le molesta que se proteste llega a casa con palmas y garganta intacta.
El entrenador dejó claro en rueda de prensa que no era una final. E imagino que del mismo modo que se juega como se entrena, el mensaje público será similar el privado.
Cuando jugaba en infantiles en el Marín C.F el presidente llegaba a primera hora al estadio, abría la puerta. Preparaba café, recibía a todo el mundo. Quien no ha visto imágenes de un tal Florentino, que debe ser un hombre poco ocupado, dando palmadas y abrazos.
Aquí se llega diez minutos antes de que el árbitro pite el inicio del encuentro. Sé que nunca lo seré, pero si yo fuera no ya presidente, sino el pipero, dormiría la noche anterior abrazado al césped. Cuestión de ilusión, supongo.
Posteriormente un grupo de descastados vimos a un chaval con el número veintiuno calentando. Pero no era Moi Delgado, era Raúl Blanco.
Raúl fue anunciado en la web del club el día nueve, dos antes del partido. ¿De verdad no se puede hacer una rueda de prensa – el estándar, con el teléfono y el micrófono acoplado – el día antes del partido?
Hablando de veintiuno, minutos antes del encuentro salía cabizbajo del estadio Moi Delgado, cogía el coche y se iba. Triste, sin despedida y sin anuncio oficial más que un WhatsApp en un grupo de periodistas.
¿Alguien, en serio, puede justificar que un club profesional no tenga, no ya la decencia, si no la empatía, o incluso el auto márquetin, de hacer un escueto comunicado oficial? No tengo ni idea de lo que sucedió, ni como, ni me interesa. Pero esto lo ve todo el mundo.
¿Cuántos jugadores han salido sin despedida y por la puerta de atrás?
Y al hilo de la sensación o no de final. Ayer solo vimos a un jugador correr para tomar el balón y sacar rápido de banda. Se llama Raúl y es el no-presentado que lleva dos días en Ferrol. Es descorazonador ver a Manu Vallejo discutiendo con el preparador porque le manden calentar.
Es indignante ver a un jugador salir pasado el minuto ochenta, de delantero, y abandonar el campo sin haber roto a sudar. Lo siento en el alma, pero como yo no tengo ninguna atadura, ni vivo de esto, siento la necesidad moral, humana y racinguista de poner voz a lo que muchos pensamos.
¿Nos van a seguir vendiendo que esto es una balsa de aceite? Manjarín dio por bueno el punto siempre y cuando se gane en Santander. Y Perea declaró que no estaba contento del todo. Recuerdo ver a Álex López casi llorando al final de un encuentro, ¡qué diferencia!
Y dicho lo cual. Animaremos en Santander, y seguiremos sin rencor alguno dispuestos a ilusionarnos. Porque, que nadie lo olvide, venimos a animar al escudo, no a fulano o a mengano.
En las buenas y en las malas, no es nada personal. Es nuestro Racing.