Tercera derrota consecutiva del Arosa en un arranque complicado, pero el equipo muestra señales de mejoría y confía en remontar en los próximos encuentros.
El Arosa sigue sin sumar en este arranque de temporada tras caer 0-2 ante el Noia en A Lomba, en un partido que reflejó las dificultades actuales del conjunto vilagarciano. Sin embargo, pese a la frustración de la grada y los tres tropiezos consecutivos, el equipo dirigido por Míchel Alonso no baja los brazos y cree firmemente en su capacidad para corregir el rumbo en las próximas jornadas.
A pesar de que el resultado no acompañó, el Arosa mostró mejoras en ciertos aspectos del juego. Desde el pitido inicial, el equipo intentó tomar la iniciativa con una presión más alta que en partidos anteriores. Aunque el Noia sorprendió con un gol temprano, obra de Piñeiro tras una buena combinación por banda, los arlequinados no dejaron de buscar el área rival. Iñaki y Comparada intentaron romper líneas, aunque la falta de precisión en los últimos metros sigue siendo un problema a resolver.
Una derrota dolorosa, pero con brotes verdes
El segundo gol del Noia, anotado por Tobías al inicio de la segunda mitad tras aprovechar un error en la salida de balón, supuso un jarro de agua fría para los locales. Sin embargo, el Arosa no se desmoronó y, lejos de rendirse, buscó reaccionar con intensidad. Las entradas de jugadores frescos como Noel y Mario le dieron más dinamismo al ataque, y aunque el gol sigue resistiéndose, el equipo generó más ocasiones en los últimos minutos que en las jornadas anteriores.
Romay, uno de los más activos en la recta final, estuvo a punto de recortar distancias con un disparo que se estrelló en el poste tras un córner. Fue la oportunidad más clara de un Arosa que, si bien sigue sin encontrar el camino del gol, dejó buenas sensaciones en cuanto a actitud y capacidad de generar peligro.
Optimismo dentro de la dificultad
El equipo arlequinado se encuentra en una situación delicada, ocupando las últimas posiciones de la tabla, pero la confianza dentro del vestuario es palpable. Míchel Alonso, a pesar de la presión, sigue apostando por su idea de juego y ha mostrado signos de flexibilidad táctica para ajustar el sistema. Si bien los resultados aún no han llegado, el entrenador confía en que con trabajo y ajustes puntuales, las victorias empezarán a caer.
El Arosa no está dispuesto a dejarse llevar por el pesimismo. Los brotes verdes observados en este último encuentro, sobre todo en la segunda mitad, refuerzan la convicción de que la dinámica cambiará en breve. La solidez defensiva mejorada en ciertos tramos y la capacidad para generar más ocasiones invitan al optimismo, incluso en una situación tan complicada como la actual.
A Lomba, clave en la remontada
La afición de A Lomba, que despidió al equipo con una pitada al final del encuentro, será un factor clave en los próximos partidos. El equipo confía en recuperar la conexión con su público y sabe que con el apoyo de la grada pueden hacerse fuertes en casa. Si bien la paciencia se agota tras tres derrotas consecutivas, tanto el cuerpo técnico como los jugadores creen firmemente que la comunión con la hinchada será fundamental para enderezar el rumbo.
El Arosa tiene por delante una serie de encuentros decisivos para corregir el rumbo, Villalbés a domicilio y Polvorín en A Lomba los más inmediatos, y aunque el camino hasta ahora ha sido empinado, el equipo mantiene la fe en revertir esta situación. Míchel Alonso y su plantilla saben que pueden rectificar, y la confianza en el trabajo realizado en los entrenamientos sigue intacta. A Lomba espera una reacción, y el Arosa está decidido a dársela.


