OPINIÓN | Bill Murray y el Racing de Ferrol

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Ya lo dijeron Los Simpson, ¿verdad? ¿Quién no piensa en Ricky cuando unta de mermelada su tostada? ¿Y quién no se ha visto tentado de lanzarle el café en la cara al jefe?

Pero luego no lo hacemos, o al menos, aún no. Pero vaya si hablamos de ello.

El bueno de Bill acudía cada año a Punxsutawney a cubrir la información del festival del Día de la Marmota. Encima, un 2 de febrero: sobredosis de pereza.

¿Quién no ha pasado de amar a odiar con toda su alma una canción? I Got You Babe de Sonny & Cher como método de tortura. Guantánamo y Carlos Tarque cantando Carolina sin ganas.

«Veo que todo te ha salido mal, nadie te dijo que fuera fácil.» Reconozco que he derramado lágrimas ante el holograma de Amy Winehouse. Me perdí a Aretha, a Janis. Y no me conformo con Aitana.

Siempre nos quedará YouTube. Pero escojan bien: hubo un tiempo en el que Amy, lejos de ir a rehabilitación, se tambaleaba balbuceante por el escenario durante un cuarto de hora ante la frustración y el abucheo del público asistente.

Y es que, aunque cueste creerlo, estamos en febrero de 2025 y hay a quien le sigue sorprendiendo que el público aplauda cuando va bien y abuchee cuando va mal.

«Conduje toda la noche para llegar a ti.» Bueno, no. Fue Roy Orbison, pero caminar en cuesta lloviendo supone un esfuerzo. La aleatoriedad engancha. Cuando fui a ver a Ángel Cristo emulando al muñeco de Michelin, ya solo se escuchaban murmullos.

Quiero a mi hijo con toda mi alma, pero cuando se porta mal, le riño. Y últimamente vivo con el miedo de que alguien me ponga en un tuit que el día que nació fue el más feliz de mi vida.

Enmiendas a la totalidad: no puedo vivir contigo ni sin ti, el amor es la droga más dura y Bon Jovi, guapísimo, recordando que esta no es una canción de amor.

Hablando de Jon —el que tiene pelazo—, verle agarrado al micro sin conseguir imitarse a sí mismo duele, pero más duele un concierto de Bad Bunny. Cada uno se tortura como quiere. Y luego lo comenta, y felices los cuatro.

Y volviendo a Bill: cuando los villanos de Space Jam les roban sus habilidades a un tal Michael Jordan, Pat Ewing, Magic Johnson, Larry Bird o el mítico Muggsy Bogues y se enfrentan a los Monstars, el público pasa del abucheo al absoluto éxtasis.

Debe ser que Piolín y Bugs Bunny no tienen memoria.

Asisto, con cara de marmota, a cómo una vez más, tras una rueda de prensa de la dirigencia del Racing de Ferrol, se exige silencio, disciplina marcial y «ustedes vienen aquí a aportar». 

La opinión convertida, como AirBnB en los Goya, en válida sólo si es como la mía. De lo contrario no es amor, lo que tu sientes, se llama especulación.

Por favor, no convirtamos el fútbol, ni el Racing, en el día de la marmota.