Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Y es cierto que el ser humano se aferra a la vida incluso cuando la lógica opera en su contra.
En cualquier caso, es posible que aferrarse a una esperanza improbable aumente la hipotética sensación de fracaso. Y sus efectos. Es cierto que la vida no sería igual de bella si no terminase. Duro pero cierto. Y que una victoria segura no sabe igual que la imposible.
Me declaro enemigo de la generación burbuja y de sus perpetradores. La vida está para vivirla y quien no arriesga no gana. Suele decirse que la crítica y el balance deben hacerse a final de temporada. Y yo me rebelo ante dicha afirmación. Pues cierto es que el balance debe hacerse con todo disputado. No así la crítica. Y niego la mayor, ¿de qué sirve una crítica cuando no existe margen de maniobra? La crítica debe ir encaminada, y ser entendida, como un catalizador de cambio. En cualquiera de sus formas y tonalidades.
Y si bien los que crecimos viendo a Rocky Balboa resarcirse siempre tenemos en el fondo de nuestro ser un halo de esperanza, no creo que incidir en los errores sirva ya de mucho. Creo que es momento de minimizar los daños, al menos entre semana. De juntarnos y dejar de lado las luchas fratricidas, si las hubo o hubiere de haber.
Al final del camino nos quedarán las previas, los momentos y la ilusión. Y si no cupiese la posibilidad, probable, de perder, no habríamos disfrutado igual de la victoria. Cuando una relación acaba, surge una ventana al nuevo amor. Cuando un proyecto fracasa, nacen nuevas ilusiones y posibles aventuras.
Y aunque muchos se empeñen en que sin fulanito o menganito el Racing no existiría, y que Ferrol iba a desaparecer. El Racing seguirá en pie, como lo hizo siempre.
Estos años hemos vivido fenómenos impensables hace no tanto. Niños que conocen a los jugadores. Amboage lleno de camisetitas verdes. Aferrémonos a eso, pues es nuestro mayor tesoro. Que ir al Racing no se convierta en un acto de penitencia. Hagamos previa, hagamos post. Sintámonos orgullosos de a dónde hemos llegado, y volvamos a intentarlo. Y si se obra el improbable milagro, olvidemos lo malo. Y si no, olvidémoslo también.
No tengamos miedo, seamos mas o seamos menos, el Racing nunca caminará solo.