El Racing es, desde hace meses, un equipo sin rumbo. En el campo, los jugadores llegan tarde a las disputas, sin un jede que los ordene y desacertados en casi todos los minutos de todos los partidos; en los despachos, los ejecutivos llegan tarde a la toma de decisiones, andan desacertados en casi todas ellas y el jefe parece no existir. El racinguismo se ha vuelto generosísimamente pacífico. Lo que pasa en A Malata, afortunadamente, no es lo que sucede en otras plazas. De un equipo eres hasta la muerte, lo apoyas hasta donde te lleguen las fuerzas y animas hasta quedarte sin voz. El racinguismo actual ha decidido estar con cualquier dirigente hasta que decida marcharse, lo mismo pasa con cualquier jugador que vista de verde, por malo que sea, y con cualquier entrenador que se suba al proyecto hasta que su trasero se despegue de nuestro banquillo.
La popularización de la frase que dice que Ferrol es un lugar donde perder es lo normal, que el día del Córdoba parecía cantada por un coro de iglesia, más que por las voces desafinadas de un campo de fútbol, ha calado hondo. Lo ha hecho hasta el punto que muchos hayan optado por autocensurar sus críticas y solo se atrevan a hablar en privado del desastre mayúsculo que supone descender en una Segunda División peor que la de la pasada temporada, con un fútbol más pobre, en la que desde hace semanas hay tres de los 22 que son carne de Tercera División.
Desde hace tres décadas el fútbol en España ha cambiado por aquella primera Ley del Deporte. La reconceptualización del deporte profesional y, sobre todo, la desocialización de la propiedad de los clubs desde el punto de vista económico, aunque no emocional -matiz importante-, ha puesto el destino de nuestras entidades deportivas, cuando dan el salto al profesionalismo, en manos de unos pocos.
El Racing es del Grupo Élite desde hace siete años, pero es emocionalmente de los racinguistas desde hace 105. Ellos tienen el compromiso que se propongan, no vamos a entrar en debate; nosotros, el de estar siempre vigilantes de lo que hagan y de hacer que el racinguismo siga pasándose de generación en generación para que nunca deje de pertenecernos.
En una temporada nefasta, los responsables del fracaso son ellos (lo mismo que en su día fueron responsables del éxito). Es necesario decírselo y, que los propietarios emocionales del club, que somos los racinguistas, no nos dejemos arrastrar por las fatalidades del Grupo Élite, por su fracaso anual. Esto sigue, nosotros seguimos, la próxima temporada en Tercera División, donde tenemos que intentar que no se nos descuelguen muchos de los que estos tres últimos años han aumentado el calor de A Malata.
Entendemos que el discurso de algunos de nuestros jugadores, casi siempre de nuestros técnicos, y en ocasiones, de algún dirigente, tampoco quiera ayudarnos. Quieren salvar su imagen, frente a los hechos que protagonizan, aferrándose a su posverdad. No nos la vamos a tragar. Creo que esto es más dañino para el ánimo del racinguismo, que el esperpéntico juego que practican y luego defienden con el buenismo. La comparecencia de Menéndez tras el 0-1 del Córdoba es un ataque al sentido común del racinguismo y a su sensibilidad en estos momentos difíciles. Sus diez minutos de cinismo (o de ejercicio bufonesco) me han arañado otra vez por dentro; que siga sin pasar nada tras esa burla al racinguismo me ha hecho explotar.
Responsabilidades
Decir que el Racing 2024/25 es una mentira me hace sangre en los dedos mientras lo tecleo. Es tan así que me gustaría que alguien del club saltara sobre mi sustantivo para hacer añicos la aseveración con argumentos que lo invaliden. Le daría las gracias porque me dejaría mejor cuerpo sentirme un opinador inútil que un racinguista engañado.
En todo caso, incuestionable para la mayoría es que el Racing 2024/25 es una dolorosa realidad. Se percibe escuchando al racinguismo cuando sale de A Malata tras cada partido.
La mentira, o la dolorosa realidad, no se genera en abstracto, no es la predestinación a la que uno se ve sometido. Tiene nombres propios.
El Grupo Élite
Ignacio Rivera -apellido sagrado para el racinguismo-, porque es el jefe y ha gestionado muy mal la cesión del reparto en la toma de decisiones. Si alguien no es capaz de distinguir una pelota de una palangana no puede tomar decisiones futbolísticas. Manuel Ansede y Constantino Fernández las confunden y las toman, lo que supone un error inadmisible en el mundo profesional. La cosa se vuelve más grave en un equipo modesto, obligado a cometer muchos menos errores que los demás para ganar una permanencia. Ansede y Fernández son mayores, pero siguen sin entender que ser amigo de quien tiene mucho dinero, o tener mucho dinero, no otorga el conocimiento. No han sabido administrar su poder y la realidad ha puesto su osadía en su sitio. En el fútbol son dirigentes de Tercera.

Ciudad Deportiva: ¿una utopía como la de los sesenta?
Lamentable también está siendo la gestión de la Ciudad Deportiva. Cuando de esto se trata suelo acordarme de Dietmar Hopp. Representa el amor por la tierra, aparejado al éxito en términos de fútbol. Cierto que todo el brillo de la Estrella de Galicia y de Altia están lejos del patrimonio del teutón. Pero para los grandes retos, o eres rico o eres un pobre rico. La hoja de ruta la marcó Hopp en el Hoffenheim.
Otro amigo mío dice, no sin razón, que el Grupo Élite (insisto, cada vez me suena más a un grupo de guaino) lleva en el Racing siete años en los que no ha pasado nada en términos prácticos de Ciudad Deportiva. Si a pesar del descenso siguen sin hacer nada y no hay ni un campo para pelotear en la próxima pretemporada, será el primer signo de la intención de vender y marchar. Lo cierto es que también tenemos experiencias en el tiempo cuando el nacimiento de las ciudades deportivas en España. Aquel maravilloso pensamiento de A Gándara murió como idea mientras el Ferrol luchaba por el ascenso a Primera División y no lo consiguió.
El juego de las paradojas en el juego del fútbol siete años después
Dicen que el Grupo Élite presentara un proyecto futbolístico maravilloso, con unas infraestructuras deportivas avaladas también por una corte local de inexpertos en esa área formada por representantes municipales, el ex presidente Criado y el delegado Mesa. Tenían tanto conocimiento para avalar el proyecto como si a mí me llamase el CERN para hacer lo mismo sobre el diseño del Gran Colisionador de Hadrones.
Se empezó mal y se continuó mal. El crecimiento armónico del Racing no se dio. Las partículas no aceleraron y se empezó a derivar la responsabilidad a otros sectores. Desde hace siete años, pensando que en ese tiempo era obligado alcanzar el fútbol profesional, no se puso ni la primera piedra. Después, nos topamos con el golpe de realidad en las narices. Algo “muy español y mucho español”. Estamos en Segunda División y no tenemos Ciudad Deportiva. Estuvimos dos años seguidos en Segunda División y no fuimos capaces de construir el primer campito para pelotear. En fin, la pregunta al Grupo Élite se vuelve automática: ¿Jugamos a las paradojas?
No tuvimos Ciudad Deportiva durante cinco años porque no estábamos en el fútbol profesional; ergo, cuando estamos en el fútbol profesional, no nos sorprendamos si no la tenemos. ¿Quiere decir ellos que como el año que viene estaremos en Tercera, ya no invertimos en ella? Y yo digo. Si el año que viene no hay un esqueleto de Ciudad Deportiva con al menos un campo, será la señal de que los músicos dejarán de tocar guainos para marchar a Tondela a interpretar fados.
Obviamente, y como ya vamos viejos, salta el resorte en el cerebro y surge la pregunta. Lo de la Ciudad Deportiva, como lo de Saqués en Lugo, ¿fue un puro movimiento especulativo del Grupo Élite? ¿fue el sueño en una noche de verano?, ¿es la frustración de un pobre rico que quiere y no puede? ¿o es el descaro de un grupo de personas, que aplicando la esencia del neoliberalismo, piensa que el dinero público tiene que ser entregado para un proyecto de cinco propietarios?
Para conocer la primera parte de la verdad se nos ocurre otra: ¿Desde cuándo se empezó a trabajar realmente, no solo teóricamente, sobre la ubicación y construcción de la Ciudad Deportiva para que estemos así siete años después que fuese avalada por aquella corte de presuntuosos locales?
Las excepciones de la plantilla
La plantilla de jugadores es otro elemento responsable con algunas excepciones. Arriesgándome a ser injusto con alguno que no nombre y no merezca ser del montón (cada quien puede tener los suyos), fuera de cuestionamiento quedan los que han llegado en el mercado de invierno. El racinguismo, salvo falta grave de aquí al final de temporada, no solo debe exculparlos, sino darles las gracias por atreverse a venir a una plaza para manchar sus curricula con un descenso.
Además de ellos exculparía, por distintas razones, a tres futbolistas. A Chus Ruiz por el resultado de su trabajo en los partidos y porque en sus declaraciones, lejos de un discurso plano, mantiene una narrativa que se percibe seria y sincera. A Álex López, por razones extradeportivas. El capitán deseaba tener la mejor temporada de su carrera en la despedida y se despidió como nadie, dando una lección de amor por el club. Finalmente, David Carballo porque es un niño. Un juvenil, en un vestuario de profesionales, jamás puede tener responsabilidad aunque se llame Pelé y juegue en el Santos, Maradona y lo haga en Argentinos Jrs., o Messi en el Barcelona.
Sobre los culpables que se visten de corto, habría unos cuantos argumentos para muchos. El buenismo instalado en el Racing dirá que aquel que caía mucho cuando arrancaba era porque las botas lo traicionaban al hacerlo resbalar, el que daba malos pases al área era porque no estaba acostumbrado a la textura de la pelota de la Hypermotion, los que corrían lento era por la altura selvática del césped y los que no ganaban un duelo directo, que era un mal menor ante el riesgo de ser expulsado.
Carlos Mouriz y su sobrecargo

También es responsable Carlos Mouriz, el único que por su trayectoria en el club tiene derecho a equivocarse y seguir. Mouriz ha tenido que tragar errores propios y ajenos. Es un tipo muy digno, que por mantener su compromiso ha ensuciado su curriculum deportivo. Pese a su mal año, espero que siga en el Racing. Personas como Carlos Mouriz siempre generan una imagen de honestidad, de trabajo y de esperanza en el futuro basada en las dos consideraciones anteriores.
Otro amigo que lo quiere bien, y que también sabe de gestión en este deporte, me recalca que la exigencia del fútbol profesional es de tal nivel que no se puede ser director general y director deportivo. Cualquiera de ambos cargos exige mucho tiempo y todos los días de la semana. Es improductivo que las dos funciones recaigan sobre la misma persona. Si nos vuelve a traer a Segunda tendrá que replanteárselo. Tal situación, además de las presuntas intromisiones palanganeras, lo han llevado a perder la dirección de su cometido y, probablemente, su autoridad para llevarlo a cabo.
El Racing es un “sindiós”
Uno de los ejemplos más patentes que denotan que nuestro ex central está sobrepasado son las ruedas de prensa. Mi amigo también lo percibe. En aquella de octubre no tuvo su mejor día. No podemos adoptar modelos políticos para nuestra narrativa si hablamos de fútbol. No podemos dejarnos contagiar por un modelo que es diferente en casi todo. Si se convoca a los medios y los medios preguntan, hay que responder a lo que los medios preguntan.
Otra situación que hace dudar sobre la jerarquía y el orden en el club lo marca el intercambio de funciones entre el director deportivo y el presidente, como si en la institución no hubiese un libro de estilo para determinar el encargado apropiado para cada comparecencia. Cuando en el anuncio de la destitución de Cristóbal Parralo tenía que estar Carlos Mouriz, el lucense estuvo, pero acabó hablando de asuntos sobre los que debería hablar el Grupo Élite. En un momento de su larga intervención pareció sentirse que ya no estaba en su lugar, tocando algún asunto que debería ser para esa prosélita selección de humanos de la que él es un trabajador cualificado.
Semanas después. en la presentación de uno de los últimos jugadores llegados en el invierno, donde era más propio que estuviese él, quien habló fue Ansede, el del balón y la palangana.
Siguiendo en lo deportivo, antes del inicio del partido en el que debutaría Raúl Blanco, otro amigo me dijo en Fondo Norte: “Van a traer chavalitos y no van a resolver nada porque no tienen experiencia, nunca se han visto con responsabilidad en situaciones profesionales de este nivel”. El amigo es otro que lleva años en el fútbol, ha trabajado con algún profesional de muchos conocimientos y me gusta escucharlo porque siempre razona sobre una base experimental.

En relación a los fichajes de invierno, una vez cerrado el mercado, Carlos Mouriz señaló que varios de los llamados no quisieron venir. Ingenuo, me pregunto: A pesar de la situación del Racing en enero, siendo la salvación plausible, estando en una de las presumibles doce mejores ligas del mundo, bien pagada y con mecanismos de seguridad para el cobro, con la cantidad de mercado que hay en el continente, ¿no se ha conseguido algo que dé más seguridad y ofrezca mejores resultados? Una conclusión lógica a esa declaración es que en el club hay agendas con pocos teléfonos y escaparates sucios que no proyectan bien el producto Racing Club Ferrol en todo un contexto de Segunda División española.
Cristóbal Parralo y un cuerpo técnico a la deriva
Hay quien me cuenta que el descenso se veía venir desde la tercera jornada. Dijo bien porque entiende la materia, habló del descenso viendo la plantilla que había antes de que empezase la temporada y además acertó. A otros nos costó más tiempo verlo. La realidad nos metió en cintura a base de decepciones, de enrojecernos los ojos de tristeza, de sentirnos abochornados casi siempre que salíamos de A Malata, de ver que unos tenían calidad, pero pudiera faltarles voluntad y otros tenían voluntad, pero les faltaba calidad.
Un fichaje se justifica con infinitos argumentos, económicos, deportivos, motivacionales y todo lo que se quiera. Un fracaso tiene infinitos argumentos, pero bastantes menos justificaciones. Aquí están futbolistas por los que se llegaron a pelear hasta siete equipos de Segunda. Así se dijo y, viendo jugar al aludido, no puedo creerlo. Los que han venido este año, en agosto y septiembre, nos han llevado al desastre. Los que han quedado, instalados en un grupo peor, con un entrenador con números poco defendibles, pero reforzado por la directiva, han dado continuidad a la caída sin fondo de los últimos veinte partidos de la pasada temporada a la que nos abocó el virrey Parralo.
Yo no vi el descenso en la tercera jornada, pero a muchos se nos representó en la doble farsa del día del Oviedo. Primero, con el manotazo de los de Vetusta; después, al ver que no pasaba nada. En un artículo anterior, escrito en tres partes, puse los números del cordobés. Un desastre en el fútbol profesional. Ojalá me equivoque, pero es posible que nunca vuelva a las dos primeras categorías salvo que vaya actualizando los apuntes y se sosiegue antes de tomar decisiones de última hora. Unas vacaciones en un hotel de Elda pueden ser un buen remedio para ello.

Castellón y Miranda, el fin de la esperanza
El gol en propia puerta de Naldo ante el Castellón pudiera ser una de las secuencias más representativas de la temporada 2024/25. El central ya está para ligas de sopitas porque lo de los dos primeros goles de Anduva clama al cielo, como su brazo. La mano estaba por ahí, lo del bote del 2-0 entre centrales también estaba por ahí. Lo malo es que igual le pasaba a Reina y aprovechó el regalo.
Antes, el partido contra el Castellón había acabado con la esperanza del penúltimo optimista. La sensación de que el equipo no gana, entre otras cosas, porque aparenta no tener nivel competitivo, porque falla en defensa, a veces como una escopeta de feria, porque no se asocia ofensivamente, lo que hace que no llegue en condiciones al área rival, quedan más patentes con el paso de las jornadas. Intentan engañarnos con el discurso, pero el juego del equipo no puede proteger su mentira.
Alejandro Menéndez, el trumpista cínico (¿o bufón?) que hizo un “Óscar Cano” tras la derrota contra el Córdoba
Una de las cosas que más me desagrada en la vida es la falta de cordura en alguien que es necesario la tenga. Sin ser deportivista, sentí vergüenza el 22/10/2022, el día que el Deportivo cayó en Valdebebas y hubo que escuchar aquella vergonzosa rueda de prensa de Óscar Cano, un tipo verborreico. Usa la palabra enfermizamente, sin respeto, babándola pensando que la domina. El domingo sentí algo parecido con la primera declaración de Alejandro Menéndez tras la derrota contra el Córdoba: Exactamente, el asturiano dijo: “El equipo ha hecho un gran partido”.
No me podía creer lo que estaba oyendo. La vi repetida en el pc y tomé notas. ¿Perder contra un equipo mediocre de Segunda, que pudo prescindir de Carlos Marín porque el Racing no fue capaz de hacer un disparo entre palos en 90 minutos, tiene como conclusión para Menéndez que el Racing “ha hecho un gran partido”?
La mentira de Menéndez es irrespetuosa con la afición. Mejor hubiese sido que el técnico diese un paseo por el perímetro exterior de A Malata al final del choque, mientras hablaba Iván Ania, antes de ponerse delante del micrófono. Seguro que se replantearía su aseveración. Pero es que además dijo: “Hemos tenido pocas pérdidas de balón”. Tomando como fuente a Marca, el Racing ha sido el tercer equipo de la jornada con más pérdidas de balón (164), solo por detrás de Eibar (178) y Santander (174). La posverdad del trumpista Menéndez tampoco dice dónde fueron las pérdidas. Su siguiente posverdad es que no dice sobre qué porcentaje de posesión. Teniendo como fuente LaLiga encontramos que el Racing fue el segundo equipo con menos posesión de la jornada (33,6 % del partido), superando solo al Cartagena (27,5 %), que jugaba contra uno de los equipos más acaparadores del torneo, Elche. Si tenemos en cuenta que el Eibar tuvo un 39,6 de posesión y el Santander un 60,4, podemos inferir que la gestión de pases del Racing fue de lo peor de la jornada en ese aspecto.

Vacío de contenido, o al menos de la mitad, la de la parte ofensiva, es otro de sus enunciados: “El partido controlado en bloque medio con muchos robos de balón”. Según Marca, los robos de balón del Racing fueron 35, los del Córdoba 49. Por cierto, ¿para qué sirvieron los 35 robos? Cero (0) disparos entre palos. ¿Se acordará Menéndez de aquellos tres momentos de despropósito en el juego donde parecía que estábamos asistiendo a un partido de futvoley?
Simplemente, con esos datos, resulta vergonzoso escuchar a Menéndez decir, literalmente: “Ni un pero al equipo, en trabajo, en acierto, en querer ganar, en competitividad”.
El Racing 2024/25 es una mentira, una dolorosa realidad, o ambas cosas. Sobre la base de los datos, es inadmisible tener que escuchar estas sandeces de un profesional. Pese a ofender a la cordura, parecer un orate que monta su propia realidad huyendo de la de todos, en el club sigue sin pasar nada. Ya no digo que lo echen, pero que le expliquen que no debe comportarse así. No puede jugar con la imagen de una institución pareciendo que el Racing está gobernado en el banco por un tarado. Desprestigia también a quien lo haya traído, aunque solo sea para pasar el trance de 18 partidos manteniendo una imagen respetable.
Podemos descender, no perderemos la dignidad por ello, pero la farsa debe quedar al descubierto. Vamos al fútbol, a sufrir por nuestro equipo, no a divertirnos viendo una ópera bufa. Cuando cae por uno agua de las nubes es que llueve; pero cuando uno mea por ti y dice que llueve, no puedes permitírselo porque los valores son irrenunciables. Los del racinguismo también.
La despedida fue el corolario a una gran bufonada, o a un ejercicio de brutal de cinismo inimaginable para el mismísimo Aristófanes: “Hoy, hay que reforzar al equipo porque con esta versión ganaremos mucho más que perderemos”. Una desvergüenza absoluta de Alejandro Menéndez, que lo único verdadero que dejó dicho fue que “el juego te da los resultados”. Absolutamente cierto, por eso perdemos casi siempre y con Menéndez ya llevamos tres de cuatro. En Levante ganamos por los rezos a la Virgen de Chamorro, la pantalla energética de Chema Mau, el gol mal rematado por Dorrío y, sobretodo, por las cinco paradas de Chus Ruiz, pues nos dieron un baño.
Lo que nos queda: muerto el equipo, salvemos el racinguismo
Dicen que somos más de 9.000. Es importante conocer lo que somos y lo que tenemos, visualizar lo que van a ser los próximos meses, ver partidos malos, sentir la inapetencia de bajar al campo, escuchar la posverdad en las declaraciones tras cada partido. Lo más importante será realimentarnos pensando en que 2025/26 debe ser el año del regreso con otros futbolistas que nos vuelvan a hacer felices. También, esperar que en los contratos de jugadores a dos o tres años existan cláusulas de desvinculación automática por el descenso. A partir de ahí, si el Grupo Élite tiene claro que donde mejor se puede desenvolver es en el fútbol profesional, debe de hacer un equipo con garantías para el ascenso (tendremos un extra con el seguro de descenso), en el que la presencia en las eliminatorias finales sea un objetivo irrenunciable, y que el comienzo de la Ciudad Deportiva se materialice. Será su manera de ayudar a disminuir la pérdida de seguidores.
Luego están las peñas, los aficionados, el recuerdo de dos años felices, el del ascenso y el de la permanencia en Segunda, aprovechar esos recuerdos para alimentar las emociones y conseguir que a A Malata sigan bajando los que se han ido sumando en los últimos tres años. Esto es Ferrol, esto es el Racing y este año, con el equipo muerto, solo nos queda salvar al racinguismo por encima de cualquier categoría en la que estemos mañana.