Y si…

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Cada vez sobrevuela más en el subconsciente racinguista, a modo de tonadilla canalla de barra de bar caduco; la fatídica reflexión, “¿y sí?”.

De un tiempo a esta parte, cada vez que hablo con alguien del Racing, le pregunto lo mismo. ¿Y si los resultados no acompañan todo sigue en pie? Es decir, ¿aunque bajemos, “el plan” se mantiene?

Ayer fue la primera vez en toda mi vida que volví a casa con la voz intacta. Lo intenté, pero me sentí, como un agónico Chester Bennington, entumecido.

Entumecido, insensible, aturdido. De pronto me imaginé en noviembre de 2025 en la posición doce de la Primera RFEF, entre el Coruxo y el Pontevedra pensando, “¿en qué hemos avanzado en estos diez últimos años?”.

También es cierto que, si lo pensamos, nos enfrentamos a clubes, casi todos, con mucho mas potencial. Pero no nos engañemos, al menos ya no, todos pensamos cuando llegó Rivera que esto sería distinto. Y eso que ascendimos a Segunda.

Nadie pensaba que, (casi) diez años después, mejor dormir, que soñar. ¿No Andrés? ¿Quién no ha pensado si alguien con mando está viendo esto? ¿Pero es que les da igual? ¿Alguien va a decirnos algo?

Esto es un club privado. Y la gente paga por un abono. Hasta ahí todo bien. ¿Es tan difícil que, como en el caso del Cuatre, se publique un organigrama de cómo funciona el club? Creo que el Club de Campo lo tiene, ¿no?

Ya pedir que las juntas se cuelguen en Youtube, como en el Concello de Cabanas, se me antoja rozar el disparate. Pero oye, ¿y si? Aunque también te digo; para que se escuche como las ruedas de prensa, igual mejor no.

¿De verdad, a nivel de comunicación, hemos mejorado con respecto a cuando salía Silveira a hablar de sus niños? Al menos sabías quien mandaba, a quien pedir explicaciones, y, como nos pasa hoy con los políticos, sabías que moría por su club.

¿Y si tuviéramos un departamento de ojeadores, nos hubiéramos fijado en el Mirandés, Villareal… y hoy en día tuviéramos jugadores jóvenes, provenientes de abajo, con ganas de comerse el mundo? ¿y si no dependiéramos de catálogos y fuéramos el número 12 del draft?

Seamos serios; que desde la prensa oficial nos dijesen que era cuestión de tiempo, “amalgamar”, “empastar” y demás términos abstractos, que suenan siempre mejor con acento argentino, no empaña que una vez lanzas un balón y ves un control, sabes quien es bueno y quien no.

La gente no se pasa treinta años siendo medio titular en tercera división por mala suerte, casi nunca. Ni descienden en su única campaña en fútbol profesional sin más. Al fútbol suelen ganar los buenos.

Lo que sí me queda claro es que he vivido un fenómeno increíble. Y que como ferrolano me emociona y me da muchas fuerzas. Y es ver cómo la gente, espontáneamente – ¿llevamos cuatro años siendo los últimos en lanzar abonos? – ha abrazado al club de su ciudad. Y espero que no lo suelte.

De nuevo, me asalta un “y si”. Y si se hubiera intentado un filial, convenios. Celebrar un centenario, aunque sea tarde. Hablar de campos de entrenamiento, buses o ciudades deportivas ya me da pereza.

Enmendar la marcha de Pablo Rey y hacerle el homenaje que se merece. ¿Eso también depende del dinero del contribuyente? ¿Es que Mato y Rey Varela están ahí para cambiar marcadores y no intentar que la Plaza de España parezca Lusaka y Recimil un barrio complicado de Manila?

Es Viernes, me siento en la estación del tren, frío, nostálgico. Y se me escapa una sonrisa mientras lo veo marchar, en mi cabeza repica “Esto es Ferrol, lo, lo, lo, lo” y no puedo evitar pensar que, pase lo que pase, somos ferrolanos, y del Racing a morir.

Dame mil veces al crítico, al que se enfada. Y quédate tu al complaciente, al condescendiente, y al que dice a todo que sí. Síndromes de Estocolmo los justos. El que piense que no podemos aspirar a más y que su deber es aplaudirlo todo, que piense si viera a un amigo ir por un callejón sin salida si le diría que todo bien o le pegaría dos gritos. Pues aquí lo mismo.